noticia de nuestro corresponsal en Zagreb

una cuestión personal, pues desde entonces no se trató más de una cuestión teórica sobre los derechos del pueblo croata, sino de una cuestión personal y concreta, porque prácticamente no hay croatas que no hayan perdido a algún miembro de su familia, pariente o amigo en esa Tragedia. Después de la Tragedia de Bleiburg la lucha contra Yugoslavia, que hasta entonces era una cuestión ideológica y económica, se transformó también en una cuestión biológica, una cuestión de supervivencia. Después de la Tragedia de Bleiburg en la Yugoslavia de Tito no eran “culpables” solamente quienes se animaban a defender los ideales e intereses del pueblo croata, sino también los ciudadanos comunes y por el solo hecho de ser croatas. En esa “culpa” colectiva, que la Yugoslavia de Tito utilizaba para justificar la matanza en Bleiburg, cayó la ideología yugoslava y con ella toda posibilidad de existencia del Estado yugoslavo, porque las familias, parientes y amigos de los “culpables”, o sea de las víctimas, no podían abrazar la ideología en nombre de la cual sus seres queridos fueron asesinados o condenados y, como es sabido, sin una ideología común ningún Estado puede sobrevivir, tampoco el Estado yugoslavo. La Tragedia de Bleiburg demostró definitivamente la inviabilidad del Estado yugoslavo y aunque apoyado por la comunidad internacional duró 45 años más, se disolvió y desapareció sin pena ni gloria en un nuevo baño de sangre.
Después de la matanza de Bleiburg
los croatas tenemos que aceptar de una vez y para siempre que Occidente no nos
va a defender solamente porque le pertenezcamos. A los que tienen memoria floja
hay que recordarles que en 1990 Occidente nos abandonó a nuestro propio destino
cuando Croacia estaba desarmada y los serbios decidieron agredirla nuevamente,
para salvar el Estado yugoslavo primero y luego transformarlo abiertamente en
el Estado serbio. En 1945 y 1990 quedaron sepultadas todas las posibilidades de
vivir en un Estado común con los serbios. Si en 1945 nació el realismo político
croata y ese realismo se confirmó en 1990, el sacrificio de una multitud de
croatas no habrá sido en vano.
A la generación de Bleiburg se la caracteriza como nacionalista,
y lo es, pero no desde el punto de vista
político europeo o identificando ese nacionalismo con algún sistema o ideología
europea. Fue nacionalista desde el punto de vista croata, y eso es lo que
importa, porque solamente desde la óptica croata se pueden considerar los
hechos importantes en la vida nacional croata. No hay que decir esto pensando
en la mal llamada comunidad internacional, hay que decirlo sinceramente, para
conocernos mejor nosotros mismos y afirmarnos espiritualmente. La generación
masacrada en Bleiburg se caracterizó por el amor a la libertad del pueblo
croata y por su convencimiento de que el pueblo croata podía ser feliz
solamente si vive libre en su propio Estado. Por ese ideal la juventud de esa
generación fue voluntariamente a la guerra y cumplió con su deber hasta el
final.
El nacionalismo de la generación de Bleiburg no fue un
endiosamiento del Estado, como lo fue el fascismo italiano, ni un endiosamiento
de la rasa, como fue el nacional-socialismo alemán, sino que llevaba en su
interior profundo una serie de valores, una síntesis de vivencias espirituales
y experiencias del pueblo croata, como por ejemplo los sentimientos religiosos
tradicionales, la visión económico-social moderna y solidaria al mismo tiempo y
muchas cosas más y eso a pesar de todas las graves consecuencias que dejaron las
distintas dominaciones extranjeras que ejercieron violencia sobre el pueblo
croata durante siglos.
Después de la matanza de Bleiburg el pueblo croata
debe entender que nadie lo va a proteger en nombre de los ideales universales,
que se debe proteger solo, que la mal llamada comunidad internacional no va a
apreciar el aporte del pueblo croata si éste es solamente consecuencia de una
coincidencia ideológica y sí lo va a apreciar es fruto de un acuerdo por el
cual al pueblo croata se le garantizan los derechos nacionales fundamentales.
La enseñanza de la Tragedia de Bleiburg es que el anticomunismo que compartía
con Occidente no alcanzó para salvar al pueblo de la matanza, que eran
necesarios también otros motivos. La generación masacrada en Bleiburg pensaba
que Europa Occidental era la encarnación del bien y Europa Oriental del mal y
que había que defender a Europa Occidental del enemigo que era Europa Oriental.
Pensaba que Europa Oriental era comunista porque el comunismo allí gobernaba pero
se olvidaba que la ideología comunista surgió en Europa Occidental. Pensaba que
Europa Oriental era materialista pero se olvidaba que Europa Occidental era
mucho más materialista, y también hoy lo es. Pensaba inocentemente que
Occidente apreciaría el anticomunismo croata y por eso nos iba a perdonar la
alianza circunstancial con Italia y Alemania.
Si de la generación de Bleiburg rescatamos el amor por
la libertad del pueblo croata y la disposición a sacrificarse y nos liberamos
de la inocencia política, las nuevas generaciones, aunque educadas en la cruda
realidad de la dictadura comunista, pueden darle a la lucha política croata el
realismo necesario para lograr el éxito. En ese caso la Tragedia de Bleiburg
será una escuela que nuestro pueblo pagó muy caro pero le va a servir para independizarse
definitivamente.
La memoria colectiva del pueblo croata se
alimenta con hechos, algunos sirven para afirmarnos, pero otros, aunque sean
dolorosos, no se deben callar. Hoy miramos hacia el pasado y recordamos la
Tragedia de Bleiburg, que sucedió cuando la Segunda Guerra Mundial ya había
terminado y contó con la anuencia tácita de quienes la pudieron impedir. Dejó heridas
profundas y consecuencias graves que se
reflejaron negativamente en la sociedad croata. No obstante, y a pesar de los
gravísimos pecados contra la vida y la dignidad humana, es una oportunidad para
que rectifiquemos nuestros errores y para que en la construcción de nuestro
presente y nuestro futuro aceptemos la enseñanza que nos ofrece nuestra
historia. Porque no recordamos por recordar, sino para purificar nuestra memoria histórica y
transformarla en fuente de sabiduría, reconciliación y esperanza. Consideramos
que la reconciliación entre los croatas es necesaria pero también que debe
producirse sobre la verdad, la justicia y la libertad, en un ambiente de
misericordia y amor, para que nos sirva de estímulo, pero no incluimos en la reconciliación la impunidad que debilita
el valor de la justicia ni la venganza que crea nuevas divisiones y
enfrentamientos. Mirar hacia el pasado nos debe ayudar a crecer en nuestra
dignidad humana y a comprometernos a construir una patria en la que reine la
paz entre nosotros. Si aceptamos
la historia como maestra de vida, vamos a poder vivir en un ambiente de respeto
a la ley, afirmar nuestro Estado y sus instituciones y la democracia sobre los
valores de la verdad y la vida, la justicia y la solidaridad, el amor y la paz.
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