Si bien desde que Croacia se independizó las
relaciones bilaterales con Alemania fueron correctas, nunca llegaron al nivel
deseado porque los herederos de la triple dictadura
(yugoslava-comunista-granserbia) enquistados en la estructura del poder en
Croacia, y sus padrinos en la comunidad internacional, hicieron lo imposible
para reconstruir la Yugoslavia del
extinto criminal de guerra y posguerra Josip Broz Tito. Para lograrlo debían
impedir el retorno de Croacia a su ambiente natural centroeuropeo y occidental
y arrastrarla nuevamente al pantano balcánico y oriental del que salió a duras
penas pagando un alto precio de sangre.
Los herederos de la triple dictadura en vez de
desarrollar fructíferas relaciones dentro de la Unión Europea, de la cual
Croacia es miembro pleno, se dedicaron a corroer los cimientos del Estado
croata para quebrarlo y reconstruir la antigua Yugoslavia bajo el ridículo
nombre de “Los Balcanes Occidentales”. Los herederos de la triple dictadura
sufrieron un duro golpe cuando la entonces candidata presidencial Kolinda Grabar-Kitarović
derrotó al ex presidente Ivo Josipović, genuino representante de la triple
dictadura. No obstante siguen en carrera, pues la coalición gobernante también
pertenece a los herederos de la triple dictadura y continúa la política de su
derrotado candidato presidencial Ivo Josipović. Para cerrar definitivamente el
fantasma de una nueva Yugoslavia es indispensable derrotar a la actual
coalición gobernante en las próximas elecciones parlamentarias.
En ese contexto las palabras de la presidenta, “Croacia
sabe adónde pertenece”, pronunciadas al inicio de su visita oficial a Alemania,
adquieren un significado más que importante. Croacia está en el límite entre
Occidente y Oriente, pero siempre perteneció al círculo cultural occidental,
excepto cuando fue parte de Yugoslavia, primero de la Yugoslavia monárquica
después de la Primera Guerra Mundial, en la cual los croatas sintieron el
garrote de los gendarmes serbios, y después de la Yugoslavia comunista después
de la Segunda Guerra Mundial, en la cual los croatas sintieron la hoz y el
martillo de la policía yugoslavo-comunista de la cual los serbios eran el 80%.
Con la caída del Muro de Berlín cayeron también la
Unión Soviética y las dictaduras comunistas en Europa Central y Oriental y
nacieron nuevos Estados libres e independientes sin que se haya disparado una
sola bala. Pero a diferencia de todos ellos el pueblo croata tuvo que librar
una guerra para conseguir su libertad e independencia estatal y aun hoy debe
realizar enormes esfuerzos para consolidarlas. Por eso llegó la hora de que
Croacia comience en su interior a sentirse como parte inseparable de la cultura
europea occidental y consciente de su identidad
se relacione con la cultura europea oriental. No es necesario levantar
una muralla hacia nuestros vecinos orientales, a pesar de todo el mal que nos
hicieron, pero tampoco es necesario sacrificar nuestra cultura e identidad en
experimentos que, como Yugoslavia, se inventan en los laboratorios del poder
mundial y terminan en un baño de sangre. Y encima después los inventores de los
laboratorios reciben “premios nobeles” y financian películas en las cuales los
protagonistas son periodistas que reciben “premios pulitzeres” y en las que
nuestros muertos son “actores de reparto”.
La bienvenida a nuestra presidenta estuvo a cargo del
presidente de Alemania Joachim Gauck, un pastor evangelista que durante la
“Revolución Pacífica” en Alemania Oriental fue uno de los fundadores del
movimiento opositor al gobernante Partido Comunista y más tarde encargado del Gobierno
Federal para los archivos de la policía secreta de Alemania Oriental, la famosa
y cruenta “STASI”. El Presidente alemán expresó su deseo de una cooperación más
profunda entre los dos países y dio a entender que piensa en una cooperación
real y concreta, sobre lo cual luego nuestra presidenta habló con la canciller
alemana Angela Merkel. El presidente alemán dijo también que su país hizo mucho
en cuanto a enfrentarse con el pasado y que puede cooperar con Croacia en ese
campo y expresó su deseo de ayudar a Croacia a liberarse de los residuos de la
mentalidad totalitaria que cultivan los herederos de la triple dictadura. Es
sabido que Alemania está juzgando en Munich a dos de los ex jefes de la ex
policía secreta yugoslava, la también famosa y cruenta “UDBA”, algo que debía
haber hecho Croacia, pero no lo hizo porque lo impidieron los herederos de la
triple dictadura. Alemania tomó cartas, pues la policía secreta yugoslava
asesinaba a los disidentes croatas también fuera de sus fronteras, sobre todo
en Alemania, y de esa manera, a pesar de las trabas de la coalición gobernante
en Croacia, también aporta a la democratización en Croacia. Es que no es real
ni posible que Croacia mire hacia el futuro y lo construya si no se
purifica política y judicialmente de
todos los males del pasado totalitarista yugoslavo-comunista y granserbio.
Alemania en cuanto a enfrentarse a su pasado tiene gran experiencia, tanto con
el pasado nacional-socialista como con el pasado comunista en Alemania
Oriental, y por eso nos puede ayudar. Pero para ello es necesaria la voluntad
política y la actual coalición gobernante no la tiene y por eso no podemos
avanzar. La visita de la presidenta croata a Alemania puede ser el comienzo de
un cambio en ese ámbito y un nuevo punto de partida hacia un futuro mejor. Eso
va a depender en gran medida de la voluntad política y el compromiso de los
verdaderos demócratas en Croacia. Ni bien regresó de Alemania, la presidenta
Kolinda Grabar Kitarović ordenó sacar el busto de Josip Broz Tito que
increíblemente todavía estaba en la sede de la Presidencia. Todo un símbolo.
Esperemos que eso signifique también que la triple dictadura, de la cual este
funesto personaje fue el principal representante, también va a ser expulsada de
la vida nacional croata de una vez y para siempre, para que finalmente podamos
dedicarnos a cambiar el futuro.
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